Club de lectura Elsa Farrus
Respiramos suavemente, con la espalda recta y los pies en el suelo. Cada uno como reciba vamos a ordenar toda la energía a través de la respiración, vamos a hacer un chequeo de nuestro cuerpo, a integrar los sonidos que haya en el exterior, sentimos toda la energía que nos rodea. Y vamos a enfocar en nuestra respiración. Y cada uno como siente reciba vamos a sentir esa energía al respirar en nuestro corazón, que nos va conectando a esa energía que se va expandiendo en nuestro interior. A medida que vamos, respirando, podemos sentir esa mirada a mi cuerpo físico, a través de bajar un rayo de luz blanca que entre por el Chacra corona, que vaya bajando por los otros chacras, el sexto, la garganta, el corazón, segundo chacra base, cómo va llenándonos a todos la zona del plexo digestivo, y como desde ahí va bajando a través de todos los tejidos por las piernas, las caderas, los rodillas, y esa energía se va anclando muy suavemente, a través de nuestro cuerpo al núcleo cristalino de Gaia. Vamos respirando y recibiendo esa energía por todo el cuerpo, sintiendo como se va llenando de luz blanca, internamente. Seguimos integrando la energía y podemos sentir como se expande, como si se fuera abriendo nos fuera, dejando dentro del interior de un gran tubo de luz, un pilar de luz de energía blanca que comunica al universo la tierra a través de mi cuerpo físico. Y a medida que vamos respirando, integramos toda esa energía, y le pedimos que se abra a comunicarse con nosotros nuestro cuerpo emocional. Respiramos y le pedimos a nuestro cuerpo emocional que nos vaya mostrando, como si pudiéramos ver cada uno de los rincones del cuerpo, cómo se encuentra: si con mucha vitalidad o más flojito… Respiramos para tomar conciencia del Estado en el que se encuentra en nuestro cuerpo emocional. Y vamos respirando, ponemos la atención en esa parte del cuerpo a la que le vamos a pedir que una de ellas porque habrá varias una de ellas me identifique ¿cómo me encuentro frente a la energía de mi propio padre? Respiramos muy dulcemente y vamos mirando qué ocurre en mi cuerpo si se dibuja una mancha una geometría, si hay partes más apagadas. Podemos ver si cambia de color la luz blanca si hay alguna forma algún vacío, y respirando muy profundamente, nos concentramos en ese lugar. Lo miramos con el corazón, y como si pudiéramos dialogar con esa zona del cuerpo de mi energía de mi aura, le digo: “Te veo y te reconozco, sé que esta fuga de energía está aquí por alguna razón, ahora no voy a luchar contra tu presencia, ni voy a esconderme de ti. Estoy creando un espacio a través de la respiración para que me puedas decir ¿cómo te llamas?” Y respiramos muy suavemente, sintiendo si hay alguna emoción o algún evento, unido a esa parte de nuestro cuerpo. Seguimos respirando y ponemos el foco en esa moción y le preguntamos: ¿Fue mi padre quien me hirió emocionalmente aquí? ¿O fue otra persona?, ¿Cómo se llama la expectativa que yo tenía y que no pude alcanzar? Vamos respirando muy dulcemente y le repetimos no voy a luchar contra ti estoy aquí para escucharte. ¿Cómo se llama este dolor emocional o físico? “Ahora que te veo, me doy cuenta que te he sostenido hasta el día de hoy, y me gustaría que me mostraras ¿para qué te traje hasta el presente? ¿Qué está esperando mi niño mi niña interior a cambio de reivindicar esta herida? Y vamos a pedir un rayo de luz a la madre, tierra de luz, violeta, intensa o azul que suba a través de las capas de la tierra al encuentro de la planta de mis pies. Vamos, sintiendo como toda esa energía, va viniendo en vertical hacia mí, sube a través de los tejidos de las piernas, las rodillas, las caderas y se dirige a mi Chakra base. Respiramos varias veces y sentimos como toda esa energía sube al corazón y del corazón se distribuye por el interior del cuerpo, llenándolo por igual, y tras varias respiraciones, sentimos como una energía, se va a ese punto donde había esa forma esa mancha, ese vacío, y lo va envolviendo mucho suavemente, lo va llenando de luz de energía. Y puedo sentir como se va haciendo más pequeña, o se va a separando, se va marchando de mi piel de mis huesos, de donde esté. Y a medida que se transforma, voy mirando salida y le digo: “Me libero de la responsabilidad de sostener mi dolor. Me libero profundamente de esperar algún beneficio por sostener esta situación en mi memoria, suelto ese dolor, yo quedo en la luz y la energía de mi propia esencia”. Y respiramos, sintiendo como se va marchando el cuerpo más allá de las capas del aura, o se diluye, mirando ese espacio vacío que ha quedado en nosotros, y vamos a pedir al universo un rayo de luz dorada que desciendan vertical hacia mí con una espiral de luz a través de los diferentes chacras a nuestro corazón, y desde ahí vamos empujando al exterior, como si la luz interna pudiera llenar todo ese vacío y toda esa energía que ha dejado esa creencia que acaba de partir de mi cuerpo. Mientras vemos cómo se va llenando y vamos respirando, puedo sentir como incluso del interior de mi columna y de mi corazón brota más luz dorada, y va recordándoles como un mensaje con un sonido a todas nuestras células. Este mensaje que me dice (repito en voz alta): “Confío en la vida, yo me sostengo, la vida me guía, yo identifico mi propia guía” Y voy viendo como la luz se va expandiendo… “Confío en la vida, la vida me sostiene, yo me sé sostener, me confío y me completo”. Suavemente, permito que todos los huecos del cuerpo se vayan llenando de luz dorada. Puede que haya más de uno o que alguno necesite más días de atención, respiro y le digo a todo mi ser que volveré a este encuentro conmigo mismo en los próximos días. Y al respirar, vuelvo a resentir mi cuerpo apoyado en el suelo o en el sofá, vamos sintiendo toda esa energía en la realidad y me permito integrar toda esa energía en presente y voy volviendo suavemente. Voy volviendo a las piernas a los brazos, y cuando esté preparado, voy a abriendo los ojos. ***** Gracias por la confianza. Elsa Farrus Rusiñol Club de Lectura

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